La reunión, celebrada en la tarde del jueves, no se confirmó hasta el
último momento. Pero finalmente Julio Ligorría, exembajador de
Guatemala en Washington (2013-2015) y consultor internacional, pudo
subir hasta el despacho neoyorquino del inminente presidente
estadounidense para hablar sobre la situación de los países
centroamericanos que son fuente principal de la ola migratoria que llega
hasta la frontera estadounidense que Trump dice querer cerrar. Así lo
reseña elpais.com
En el encuentro, uno de los escasos que Trump ha mantenido sobre
temas latinoamericanos, también participó el experto en asuntos hispanos
Freddy Balsera, un consultor demócrata que asesoró a la campaña de
Barack Obama en temas hispanos pero que también ha trabajado con la
empresa del ahora presidente electo republicano. Lo acompañaban dos
miembros de su gabinete de comunicación, Carlos Giménez, que también fue
asesor de Trump en Florida, y David Duckenfield, que fue subsecretario
de Estado adjunto durante la era Obama.
Ligorría aprovechó la rara oportunidad para exponerle a Trump los
problemas de los países centroamericanos origen de los flujos de
inmigrantes, muchos de ellos menores no acompañados, que crearon una
crisis en la frontera en los últimos años del Gobierno Obama. También
enfatizó la necesidad de “mejorar las políticas públicas” para luchar
contra la corrupción y fortalecer los sistemas de justicia que, asegura,
son la mejor receta para frenar la migración, explicó el exembajador
guatemalteco en conversación telefónica con EL PAÍS.
El presidente electo “conocía el tema, estaba muy claro” sobre la
situación de Centroamérica, el “volumen” de inmigrantes y sus problemas,
aseguró. La imagen que el diplomático se llevó del próximo presidente
de EE UU fue menos controvertida que la que muestra públicamente. El
Trump que les recibió en su despacho —adonde por el contrario no logró
entrar otra visitante del jueves, la líder de ultraderecha francesa
Marine Le Pen— era un hombre “bastante distendido, receptivo, muy
amigable y positivo”. Trump tenía “mucho interés por conversar”, según
Ligorría. De hecho, les dedicó 20 minutos, un tiempo extenso para
alguien que está a punto de ponerse al frente de la primera potencia
mundial y al que cada día esperan decenas de personas en busca de unos
minutos de atención.
Pero es que además de tratar los problemas centroamericanos y sus flujos migratorios, Trump tenía otro interés: “Preguntó por Venezuela”, reveló Ligorría.
“Estaba muy interesado en saber nuestra opinión de lo que está pasando, de lo que va a pasar y lo que falta por pasar” en el país sudamericano, corroboró Freddy Balsera. Especialmente, Trump hizo
“énfasis en averiguar sobre la condición” del alcalde de Caracas,
Antonio Ledezma, y el líder opositor Leopoldo López, dos de los presos
políticos más conocidos de Venezuela.
“Me llamó la atención lo directo que fue en preguntar
específicamente nuestra opinión sobre cómo está la situación en el suelo
en este momento allá y averiguar sobre Ledezma y López”,
explicó Balsera, que también señaló el interés de Trump por Argentina
ahora que el país vuelve a buscar un acercamiento a EE UU.
En el tintero, por acuerdo implícito, quedaron los temas más
controvertidos de la relación de Trump con la región, como la cuestión
del muro fronterizo con México, conscientes, explicaron, de que ese es
un tema que el presidente electo avanza por su cuenta. Una estrategia
que Balsera defendió, a pesar de que no comparte ni esa ni otras de las
posturas del presidente electo.
“Ahora que es nuestro presidente, me parece muy importante que
busquemos la forma de trabajar, de cooperar con él, de tener nuestra voz
presente en las conversaciones que estén tomando lugar sobre los
hispanos aquí o sobre Latinoamérica”, subrayó. “Si queremos influir en
sus pensamientos y en su política, tenemos que tener algún tipo de
interacción con el señor Trump”.
|Lapatilla.com
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