“No acepto grupos violentos en el campo del chavismo y la revolución,
quien quiera tener armas para combatir con armas, que se vaya del
chavismo”, exclamó el presidente Nicolás Maduro el sábado 15 de febrero
en la avenida Bolívar.
El llamado de Maduro llegó en medio de las denuncias sobre la
actuación conjunta de colectivos armados y efectivos militares en la
represión contra las protestas estudiantiles.
En aquel discurso, Maduro señaló: “Aquel que salga con armas a la
calle, se procederá legalmente. Tiene que haber disciplina, mando único,
claridad estratégica, verticalidad en el mando y en el comando de la
revolución”. En una sola palabra: orden.
La tarde del 12 de febrero, tras informar sobre el asesinato de Juan
Montoya, coordinador del Secretariado Revolucionario de Venezuela, el
jefe de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, pidió a los colectivos
de la parroquia 23 de Enero “calma y cordura”. “Les pedimos a ustedes
(los colectivos) que confíen en nosotros”, declaró Cabello, quien juró
castigar a los culpables de la muerte de Montoya, cuya organización
agrupa a colectivos de la capital y el estado Vargas.
Sin límites
El abogado criminalista Fermín Mármol García relata que los
colectivos armados tienen su origen en los grupos subversivos de
izquierda radicados en el 23 de Enero. “En principio eran los Tupamaros,
pero en la década de los 80 comienzan las divisiones y surgen otras
formaciones”, acota.
Así habrían nacido los Carapaica, Alexis Vive y La Piedrita, entre
otras agrupaciones que se identifican como chavistas radicales y
militantes del proceso bolivariano.
“En Venezuela hay alrededor de 1.136 parroquias distribuidas en 335
municipios y, al menos, existe presencia de colectivos armados en un
centenar de parroquias”, sostiene.
Mármol García reconoce que “estos grupos de izquierda subversivos
siempre han existido”; sin embargo, dice que desde la llegada de la
revolución chavista en 1999 se han “fortalecido y reconocido su
beligerancia”.
Los colectivos violentos “se autodenominan guardianes de la
revolución, utilizan símbolos y colores del partido de Gobierno y tienen
innegables amistades en el alto Gobierno, lo que les permite contar con
una patente de corso que los ubica por encima del ordenamiento
jurídico”, resume el experto.
Mármol García indica que “los colectivos tienen su fortaleza en el
control territorial, extendiendo su dominio sobre los vecinos y
comercios de la zona”. El analista explica que en muchos casos estos
grupos cuentan con la aprobación de las comunidades, pues impulsan
actividades sociales y culturales, y combaten el tráfico de drogas y la
delincuencia. A cambio, la población acepta que ellos asuman las
funciones de policías, fiscales y jueces. “Hasta cobran por proteger a
los pequeños comercios”, apostilla.
El abogado criminalista explica que la “atomización” de estos
movimientos, “que coordinan con la fuerza pública en sus territorios”,
llevó a “personeros gubernamentales” a impulsar su organización a través
de un “secretariado”. “Allí hubo una participación de la Alcaldía de
Caracas y la Alcaldía Metropolitana”, comenta.
Este diario intentó contactar al exalcalde metropolitano, Juan
Barreto, para conocer su versión de los hechos, pero no contestó la
llamada.
“Los colectivos violentos están preparados para actuar contra
cualquier amenaza que surja frente al chavismo. Ahora, ¿cumplirán la
orden para no actuar? Eso no lo sabemos”, concluye Mármol García.
Vía El Universal
No hay comentarios:
Publicar un comentario