Julian Assange, fundador de WikiLeaks. Foto: AFP
Tecnólogos han manifestado su preocupación por proteger la privacidad en la web.
El fundador de WikiLeaks, Julian Assange, denunció
en Austin (EE.UU.) la "ocupación militar" de internet ante miles de
representantes de una comunidad tecnológica cada vez más preocupada por
proteger la privacidad en la web.
El periodista y
programador de origen australiano intervino en directo vía
teleconferencia en el festival anual de tecnología, música y cine
conocido como South By Southwest (SXSW) que se celebra en Austin hasta
finales de la próxima semana.
Assange, que
permanece refugiado en la embajada ecuatoriana en Londres desde 2012
para evitar su extradición a Suecia por supuestos casos de violación y
acoso sexual, se comunicó con la audiencia vía Skype.
Dos
pantallas gigantes lo mostraron en primer plano, con el logotipo de
WikiLeaks al fondo, en una conversación que se prolongó durante más de
una hora interrumpida en varias ocasiones por problemas técnicos.
"Levanten
la mano si me escuchan", dijo Assange a los participantes, después de
que se cortara el sonido con el moderador, quien tuvo que enviarle las
preguntas por escrito.
Durante la charla, el
fundador de WikiLeaks aseguró que los periodistas que cubren temas de
seguridad nacional son "un nuevo tipo de refugiado" y señaló que
asistimos "a la forma de vigilancia más agresiva que haya visto nunca el
mundo".
Denunció también la que calificó como
"ocupación militar de internet", que pone de manifiesto, dijo, el enorme
poder de las agencias de inteligencia y los contratistas militares de
EE.UU.
Esas agencias de inteligencia, con la
Agencia de Seguridad Nacional (NSA) a la cabeza, y no el presidente
Barack Obama, son las que "llevan los pantalones", según Assange, quien
criticó la campaña de la Casa Blanca "contra el exanalista de la CIA,
Edward Snowden, y los periodistas que lo ayudaron" a divulgar miles de
documentos sobre el espionaje masivo de la NSA.
Mencionó
que eso ha llevado a muchos de los periodistas involucrados a
refugiarse en otros países para garantizar su seguridad y libertad.
Citó
al periodista estadounidense, Glenn Greenwald, en quien confió Snowden
para la divulgación de los documentos confidenciales de la NSA y quien
vive ahora en Brasil "uno de los países más preocupados con la NSA y el
espionaje global".
Destacó que otros periodistas
estadounidenses como Laura Poitras viven también "en el exilio" en
Berlín, al igual que la reportera británica Sarah Harrison, quien ayudó a
Snowden a dejar Hong Kong y asilarse en Moscú.
Aseguró
que su confinamiento en la embajada ecuatoriana en Londres es "difícil"
pero celebró el "seguir trabajando" y vivir en un territorio donde "no
hay policía, ni citaciones judiciales".
"Es en cierta medida territorio de nadie", afirmó.
Celebró,
por otro lado, el que la filtración de Snowden haya ayudado a despejar
un poco la "niebla" y a entender mejor el mundo en el que vivimos.
Asistentes
a la conferencia, como Mark Trumpbour de la firma publicitaria Spring
Studios en Nueva York, pusieron de manifiesto la preocupación de la
comunidad tecnológica por la privacidad en la web.
"Me
preocupa desde hace tiempo este estado de vigilancia en que vivimos y
mi papel como tecnólogo en el fenómeno", dijo Trumpbour, quien agregó
sentirse "decepcionado" con el hecho de que al público en general no
parezca preocuparle demasiado.
Trumpbour, que
utiliza tecnología para encriptar sus conversaciones, sobre todo con
otros países, aseguró que la filtración de Snowden lo ha llevado a ser
"más consciente" de los canales que utiliza para comunicarse.
Andy
Schwenemann, un relacionista público de Detroit, lamentó que Assange no
aprovechara su intervención para compartir "pautas" sobre cómo proteger
la privacidad.
"La vigilancia existe y no
podemos escapar de ella. Me hubiera gustado que Assange hubiera
aprovechado esta oportunidad para decirnos cómo protegernos del lado más
diabólico de esa vigilancia", dijo Schwenemann.
Meredith
Rees, de la firma editorial Random House, dijo creer que Assange está
haciendo un trabajo importante y es "desafortunado" que se le considere
"un villano".
El famoso festival tecnológico,
musical y cinematográfico de Austin vio la luz en 1986, cuando Roland
Swenson, un joven de 31 años que trabajaba como corrector en una revista
semanal alternativa, convenció a sus jefes para que creasen un festival
musical local.
Aquel pequeño evento, que atrajo a
unas 700 personas, se ha convertido en una de las conferencias más
multitudinarias e influyentes del planeta, que inyectan cada año más de
200 millones de dólares en la economía local.
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