Sabiéndose débil ante la mayor amenaza que el chavismo enfrenta en
una década, Nicolás Maduro les ha dado carta blanca a los guardianes de
la “revolución bolivariana” para que aplasten con violencia las
multitudinarias manifestaciones en su contra. Pero la represión solo
está reforzando la imagen de un régimen totalitario, lo que a su vez
alimenta las protestas y acentúa el riesgo de una intervención militar,
dijeron analistas.
Y es que el heredero de Hugo Chávez ya no puede
garantizar la estabilidad para los militares, que ante el creciente
descontento popular en las calles y las denuncias internacionales de
violaciones a los derechos humanos podrían optar por considerar la
posibilidad de un futuro sin Maduro.
“Cada vez es más obvio que el
tiempo de Maduro está contado. Va a costar mucho sostenerlo, porque ya
no garantiza estabilidad en el país, ni gobernabilidad”, comentó Antonio
De la Cruz, director ejecutivo de la firma de asesores Inter American
Trends.
“Ya Maduro no es parte de la solución entre los chavistas que
quieren seguir operando desde el poder. Y ya los actores comenzaron a
buscar en qué otro lado podría estar la solución”, agregó el analista
desde Washington.
Esa percepción no es bien recibida por un
segmento de las Fuerzas Armadas que aún respalda a Maduro y que lo
considera el legítimo mandatario del país.
Pero ese sector, que es
minoritario, es contrarrestado por otros dos sectores que han llegado a
la conclusión de que está por llegar, o incluso ya llegó, la hora de un
cambio en el país, dijo una fuente que mantiene una relación sostenida
con la oficialidad venezolana.
Uno de los dos grupos que adversa a
Maduro es liderado, pero no controlado, por el presidente de la
Asamblea Nacional, Diosdado Cabello.
El otro es un grupo más nebuloso de oficiales institucionales, describió la fuente que habló bajo condición de anonimato.
“El problema aquí es que ninguno de los tres grupos tiene un liderazgo definido”, dijo.
“El
grupo de Diosdado, no es que él los comanda, sino que de alguna manera
se identifica con las posiciones y los negocios de Diosdado”, comentó.
Lo
mismo incluso sucede con el grupo que está vinculado con Maduro, que
hasta el momento sostienen al gobernante pero que en el fondo siente más
respeto por el cargo que por el hombre, dijo la fuente.
“Y el
tercer grupo, no tiene un liderazgo definido. Los une el rechazo hacia
los otros dos y siente alguna afinidad hacia el general Raúl Isaías
Baduel, pero él [Baduel] está preso”, señaló.
Estas divisiones
serían un problema en una eventual intervención militar, ante el riesgo
de que las distintas facciones terminen disparándose entre ellas.
Pero
los observadores expresaron que si las manifestaciones de protestas en
las calles siguen tomando fuerza, lo hombres de uniforme no tendrán más
alternativa que actuar para poner orden.
“Después de 14 años de
chavismo y 10 meses de madurísmo, y después de haberse desmontado las
instituciones democráticas, la única institución que permanece en pie en
el país con el poder para poder presionar a los distintos actores para
obtener resultados concretos, es la fuerza armada nacional”, comentó
desde Londres Diego Moya-Ocampos, analista senior para las Americas de
IHS Global Insight/IHS Jane’s.
El riesgo de una intervención va en
aumento tras las acusaciones en los foros internacionales de que Maduro
ha desplegado una brutal represión contra las manifestaciones,
documentadas por fotos y videos tomados durante las protestas.
Esa
documentación ha llevado a Estados Unidos, la Unión Europea y a
diferentes organizaciones a condenar a Venezuela por cometer violaciones
de los derechos humanos, e incluso algunos gobierno evalúan la
posibilidad de adoptar sanciones contra el país petrolero.
Maduro
da muestra de fortaleza en cada una de sus intervenciones diarias por
radio y televisión, pero De la Cruz aseguró que eso es solo una
pantalla.
“La situación interna del chavismo es realmente desesperada”, dijo De la Cruz.
El
país está quebrado y las reservas internacionales líquidas suman solo
$250 millones, el equivalente a dos días de importaciones.
A eso
se le suma una abrupta caída en la recolección fiscal, producto de las
últimas medidas de intervencionismo económico introducidas por Maduro
que, al tratar de obligar a los empresarios a vender por debajo de los
precios de productor, lo que ha hecho es que el empresario cierre sus
puertas, agregó.
Y a eso se le agregan estas manifestaciones de
protesta en la calle que no se apagan pese a que Maduro ordenó a la
Guardia Nacional y a los grupos paramilitares obedientes al chavismo a
usar la fuerza para aplastarla. El saldo hasta ahora es de 16 muertos,
casi 200 heridos y más de 700 detenidos, incluyendo al líder opositor
Leopoldo López.
Para Moya-Ocampos, el componente militar del
chavismo está observando con mucho detenimiento y preocupación el
acelerado deterioro de la situación política y social del país, y lo que
hasta ahora ha sido un manejo muy torpe de la situación.
“Hasta
el momento no hay evidencia de fractura interna, pero sí hay mucha
preocupación y un constante monitoreo de lo que está pasando”, comentó
Moya.
“La gran preocupación aquí, además de la reacción
internacional que es adversa, es la posibilidad de que las
manifestaciones en contra de Maduro sigan escalando hasta el punto de
contagiar a los barrios”, agregó.
El que las clases populares se
sumen a las manifestaciones de protesta podría terminar siendo
determinante porque es ahí donde tradicionalmente ha descansado la gran
fortaleza del chavismo.
“[Y] eso ha comenzado a verse”, dijo Moya-Ocampos, quien ha estado observando la crisis venezolana con detenimiento.
“Muchas
personas de bajos recursos han comenzado a sumarse a las
manifestaciones de protestas, no en sus barrios, porque temen la
represión de los colectivos [los grupos paramilitares del chavismo],
pero sí en las concentraciones que están siendo convocadas por los
estudiantes”, agregó.
De la Cruz enfatizó que ya las
manifestaciones populares contra Maduro han cobrado vida propia y que el
gobernante chavista no tiene manera de resolverlas.
La protesta
que comenzó como un clamor estudiantil de que el gobierno brindara una
mayor seguridad en las instalaciones universitarias, terminó
convirtiéndose en un clamor nacional para que el gobierno termine por
brindar respuesta a los graves problemas económicos y sociales del país.
Y
Maduro está atrapado por la insuficiencia de la renta petrolera y por
la agenda que le impusieron desde Cuba cuando el régimen de La Habana
maniobró para colocarlo a él como heredero de Chávez para conducir el
proyecto bolivariano, afirmó De la Cruz.
Esa agenda implica darle
prioridad al sostenimiento económico de Cuba y al movimiento
antiestadounidense en América Latina, puntualizó.
Antonio Maria Delgado
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